Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Reciclaje: La gran oportunidad de aprender a valorizar nuestros residuos

Juan Fernández Bustamante
Seremi del Medio Ambiente (s) RM



Juan Fernández SEREMI del Medio Ambiente RM 155x155
Desde la aparición del ser humano en el planeta, sus actividades han originado materiales de desecho que los ciclos naturales han sido capaces de absorber. Sin embargo, desde la Revolución Industrial la generación de residuos ha aumentado considerablemente, lo que ha significado un impacto ambiental sobre el entorno.

Cada día, en nuestras ciudades se produce una gran cantidad de residuos derivados de las actividades económicas y domésticas. Si éstos no son tratados de manera correcta se pueden generar problemas como contaminación ambiental, afecciones de salud, malos olores y alteración de los ciclos naturales en los animales, entre otros.

La excesiva generación de desechos domiciliarios es sin duda uno de los problemas más importantes a los que se enfrentan las sociedades modernas y la Región Metropolitana no se encuentra exenta de ello. La cantidad tan grande de desperdicios que hay que gestionar para minimizar sus impactos ambientales supone un reto que requiere de la implicación de cada uno de nosotros. Por eso, las administraciones públicas, los gobiernos locales, todos los agentes económicos y sociales, consumidores y usuarios tenemos que asumir la responsabilidad sobre este tema.

En ese sentido, si consideramos que un residuo es cualquier sustancia u objeto que su poseedor deseche o tenga la intención o la obligación de desechar, podemos decir entonces que la cantidad y el tipo de residuos que se genera dependen de nuestro modo de vida. Con esto, además, inferimos que si aprendiéramos en nuestro diario vivir a aplicar las “3R” (Reducir, Reutilizar, Reciclar) podríamos generar cada vez menos residuos e incluso no producirlos, si también agregamos una 4ta R (evitaR) en nuestra gestión de la basura.

Frente a esto, la correcta gestión de los residuos resulta ser un requisito prioritario para poder conseguir un verdadero desarrollo sostenible de nuestra región, el país y el planeta. Este concepto, asimismo, nos pone como desafío conciliar un crecimiento económico con el menor consumo de materiales y energía, y cambiar la visión de los residuos, de considerarlos como basura —algo inservible o mero coste—, a contemplarlos como recursos que pueden ser reutilizados y aprovechados como nuevos materiales o, bien, valorizados energéticamente.

Dentro de este nuevo paradigma, en el que los residuos representan una oportunidad y una nueva fuente de recursos y posibilidades, la educación ambiental se convierte en un instrumento fundamental para favorecer el esperado cambio. Esto, porque promueve una mayor conciencia ambiental para disminuir la cantidad de desechos generados, nos invita a una participación más activa del ciudadano en su gestión y nos presenta un cambio del modelo hacia uno de desarrollo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

Modificar el comportamiento de consumo requiere transformar una parte muy importante de la idiosincrasia de una sociedad. Para que pueda ocurrir, tienen que cambiar patrones de comportamiento valorados socialmente, de manera que el consumo sostenible y la cultura del reciclaje logren un creciente reconocimiento y aceptación social hasta llegar a convertirse en unas nuevas normas y hábitos.

Por otro lado, el cambio hacia una sociedad más sostenible solo será posible si se dota de herramientas y medios a la población para su capacitación, a través de una comunicación y educación ambiental bien estructurada y orientada a la acción.

Entonces, el desafío para quienes trabajamos desde el gobierno es conseguir el compromiso de toda la comunidad, para que adopte comportamientos proambientales tales como prevenir la generación de residuos y moderar el consumo (reducir, rechazar productos más contaminantes y reutilizar); aprender a separar en origen los residuos generados, para facilitar su reciclaje; promover la búsqueda de soluciones técnicas, educativas y sociales que sean viables desde el punto de vista social, ambiental y económico, y fomentar una sociedad justa que garantice la calidad de vida para la ciudadanía y todas las especies.

Así, la educación ambiental será nuestra mejor herramienta en materia de sensibilización porque permitirá un cambio de actitud que tenga como base el compromiso, el respeto y la búsqueda de la calidad de vida para la ciudadanía. Para hacerlo, disponemos de varios instrumentos y acciones como la información y comunicación; la formación y capacitación; la participación, la investigación y evaluación. Dependerá de cada uno elegir la herramienta que mejor se acerque al público que queremos sensibilizar, porque este desafío es responsabilidad de todos.

De esta manera, estaremos promoviendo una sociedad más inclusiva, con una mejor calidad de vida, para hoy y también para el futuro, permitiendo que las nuevas generaciones sean testigos de lo hermoso que es nuestro territorio.