Lunes 24 de noviembre de 2025.- Dos semanas de conversaciones maratonianas marcadas por protestas indígenas, la notable ausencia de Estados Unidos (el segundo mayor contaminador del mundo) y un incendio que obligó a una evacuación del recinto, fueron concluidas con un acuerdo que muchos consideran débil dada la magnitud de la crisis climática.
Un punto principal de controversia fue la hoja de ruta para la transición para abandonar los combustibles fósiles, cuya quema produce la mayor parte de las emisiones que calientan el planeta y potencian el clima extremo.
Más de 80 países, desde Colombia y Alemania hasta Kenia, habían declarado que un acuerdo final debería incluir un plan de acción concreto para cumplir con el compromiso, previamente consensuado con gran esfuerzo, de ir sustituyendo el carbón, el petróleo y el gas. Pero la idea, rechazada por parte de las naciones árabes, entre las que se cuentan petroestados como Arabia Saudita, no llegó al documento final.
En particular, Chile pretendía que en el texto final de la COP30 se incluyera un compromiso para avanzar en una transición que disminuya gradualmente el uso de los combustibles fósiles. "Se trata de que la implementación sea ahora. Debemos pasar de las palabras a los planes, y asegurar que la transición energética responda a la ciencia y proteja a las comunidades trabajadoras y territorios", sostuvo la Ministra Maisa Rojas en la Declaración de Belém para la Transición Fuera de los Combustibles Fósiles.
En definitiva, el acuerdo alcanzado propone una iniciativa voluntaria para acelerar la implementación de los planes climáticos nacionales y fomentar la cooperación internacional para mantener vivo el objetivo del Acuerdo de París de no sobrepasar un aumento promedio de 1,5 grados Celsius. Los países también acordaron un diálogo anual para monitorizar los avances hacia mantener las temperaturas por debajo de ese umbral, que el mundo está en camino de superar pronto.
En la sesión de clausura, el presidente de la COP30, André Correa do Lago, anunció que lideraría dos hojas de ruta voluntarias: una para la transición de los combustibles fósiles de manera justa, ordenada y equitativa, y otra para detener y revertir la deforestación.
Aunque estas hojas de ruta no forman parte del acuerdo formal de la ONU, se invita a todos los países a unirse a ellas. El ejecutivo también anunció la primera conferencia sobre el fin de la dependencia del petróleo, gas y carbón, que se celebrará en Colombia en abril del 2026.
El comisario europeo de Clima, Cero Emisiones y Crecimiento Limpio, Wopke Hoekstra, dijo que Europa habría querido un acuerdo más ambicioso, pero que al menos iba "en la dirección correcta" porque estaba "dando un paso muy significativo hacia adelante" en términos de financiamiento para la adaptación climática, que beneficiará a las naciones más pobres que sufren los efectos del cambio climático.
Por su parte, el Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, durante la sesión plenaria de clausura de la COP30, sostuvo que la conferencia "ha demostrado que la cooperación climática sigue más viva que nunca, manteniendo a la humanidad en la lucha por un planeta habitable, con la firme determinación de mantener el objetivo de 1,5 °C al alcance. No estoy diciendo que estemos ganando la lucha contra el cambio climático. pero es innegable que seguimos en ella y que estamos contraatacando".
Agrego: "Muchos países querían avanzar más rápido en materia de combustibles fósiles, finanzas y respuesta a los desastres climáticos en espiral.
Entiendo esa frustración, y comparto muchas de ellas, pero no ignoremos lo mucho que nos ha hecho avanzar esta COP. Con o sin ayudas a la navegación, nuestra dirección es clara: el cambio de los combustibles fósiles a energías renovables y la resiliencia es imparable".
Más dinero para la adaptación climática
El acuerdo final incluye un llamado para que las naciones ricas tripliquen al menos el financiamiento desde los 34.700 millones de euros anuales para 2035, para ayudar a los países vulnerables a adaptarse a un clima extremo cada vez peor. Este tema era uno de los principales puntos de discordia en la COP30.
"El mundo en desarrollo no puede seguir asumiendo por sí solo el creciente costo de la adaptación", afirmó un miembro de la delegación colombiana. Para financiar proyectos como el refuerzo de edificios o la modernización de infraestructura frente a las tormentas, los países en desarrollo más afectados por el cambio climático necesitarán alrededor de 310.000 millones de dólares al año para 2035, según un informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente.
Algunos países en desarrollo se indignaron por la insistencia en condicionar el aumento del financiamiento para la adaptación con la reducción de los combustibles fósiles, acusando a los países ricos, incluida la UE, de chantajear a los Estados más pobres con esta cuestión.
Primeros logros para los bosques y derechos indígenas
Los bosques, vitales para la estabilidad climática y la biodiversidad, ocuparon un lugar destacado en las negociaciones, mantenidas a las puertas de la mayor selva tropical del mundo, la selva Amazónica, que también es un depósito vital de CO?.
"Sin bosques, no podemos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París", dijo un portavoz de la delegación que impulsa la inclusión de una hoja de ruta para detener la deforestación en el acuerdo. Una victoria llegó temprano con la creación del Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), que pretende recaudar 125.000 millones de dólares mediante inversiones en bonos para recompensar a países que conservan sus bosques, al tiempo que se pagan intereses a los inversores privados.
De este total, unos 25.000 millones de dólares provendrán de fondos públicos en forma de garantías, diseñadas para aprovechar y atraer 100.000 millones adicionales de capital privado. Brasil, Indonesia y Alemania prometieron 1.000 millones de euros cada uno, mientras que Noruega prometió unos 3.000 millones de euros. También llegaron compromisos de Portugal, Francia, Países Bajos y otros.
Este también es el primer acuerdo COP que menciona a comunidades afrodescendientes. Ocurre poco después de que el presidente Lula firmara 28 decretos que reconocían las tierras quilombo, gestionadas por descendientes de esclavos liberados en todo Brasil.
Conceder derechos sobre la tierra a los pueblos y comunidades indígenas se considera una forma clave de combatir la crisis climática. Las tasas de deforestación tienden a ser mucho más bajas en las tierras ancestrales que gestionan.
Mantener el clima en la agenda
Celebrada una década después del histórico Acuerdo de París, la COP30 también sirvió como un recordatorio contundente de lo lejos que está el mundo de alcanzar sus objetivos. Los científicos proyectan un calentamiento catastrófico, de entre 2,6 ºC y 2,8 ºC, para 2100 si no cambian las políticas.
Los planes nacionales de acción climática (conocidos como NDC, que la ONU exigió a los países presentar antes de la COP30) han sido criticados por quedar muy lejos de alcanzar el objetivo acordado en 2015.
Turquía acogerá la cumbre el año que viene y compartirá la responsabilidad de organizarla con Australia, después de que ambos países alcanzaran un compromiso en un largo enfrentamiento sobre dónde se celebraría la COP31.

