Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Cambio con Fluidez

Según expertos, un mayor uso del gas –natural y licuado– aportaría a la descontaminación en Chile.



Chile necesita avanzar hacia la transición energética, recurriendo de forma paulatina a fuentes de generación cada vez más limpias. Este objetivo es clave para alcanzar la meta de la carbono-neutralidad al año 2050, en el contexto de sus compromisos internacionales en materia de acción climática, y también reducir la contaminación atmosférica.

De acuerdo a especialistas, el salto definitivo hacia una matriz más sustentable requiere resolver problemas tecnológicos que suponen un período de transición de entre 10 y 20 años. Tales dificultades se vinculan, primordialmente, con los aún altos costos de almacenamiento de energías renovables y la falta de infraestructura apropiada para la masificación de la electromovilidad.

Sobre ese escenario vuelve a escena el gas, en sus formatos natural y licuado. Una opción reiteradamente identificada por expertos como posible pieza faltante en el rompecabezas de la evolución local hacia un mix energético más verde.

Opción Conveniente

El gas natural (GN) destaca por ser el fósil con menos impactos ambientales y con auspiciosas proyecciones en el país. Así lo afirma un estudio realizado por el economista Klaus Schmidt-Hebbel y la consultora Quiroz & Asociados.

El reporte, denominado “El rol del gas natural en la transición energética: Chile 2020-2050”, arrojó importantes conclusiones sobre la conveniencia de incorporar fuertemente ese combustible, en sintonía con el proceso de descarbonización hoy en curso. Lo anterior, sin comprometer la eficiencia y seguridad de la matriz energética ni tampoco incurrir en mayores costos fiscales.

Según el estudio, “Chile puede lograr significativos avances en la reducción de sus emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), adicionales a los ya conseguidos, con mínimo o incluso sin costo fiscal, aún antes de que la tecnología de almacenamiento de energía alcance costos competitivos. La clave radica en el rol que el gas natural puede jugar en este proceso”.

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Los autores del estudio proponen el reemplazo de un 15% de la flota del sistema RED por buses a GN.

En ese sentido, la apuesta por el GN radica en tres constataciones principales. Primero, el hecho de que emite un 50% menos CO2 que el carbón, en la generación de electricidad; un 90% menos de óxidos de nitrógeno (NOx) que el diésel, en transporte; un 99% menos de dióxido de azufre (SO2) que el fuel oil N° 6, en el sector industrial, y un 99,3% menos de material particulado (MP) que la leña, en la calefacción.

En segundo término, que existe una infraestructura desplegada a nivel nacional que permitiría aumentar la utilización del gas natural sin mayores inversiones.

Cabe recordar que entre 1998 y 2004, nuestro país tuvo acceso a gas a bajo costo proveniente de Argentina, generándose un desarrollo sustantivo en torno a ese energético. En efecto, se construyeron cuatro gasoductos, se sumaron cerca de 4.700 MW de capacidad de generación con base en GN y buena parte de los procesos industriales modificaron sus calderas para permitir su uso.

Posteriormente, y con motivo de las restricciones en las importaciones de gas desde Argentina, se construyeron dos puertos gasíferos –en Mejillones y Quintero–, que entraron en operación a partir de 2009, lo que ha permitido acceder al mercado internacional del Gas Natural Licuado (GNL). Así, en Chile las inversiones existentes en GN dan cuenta de US$12.000 millones.

Contexto Internacional

En tercer lugar, los expertos relevan el factor externo. A su juicio, los precios internacionales observados consistentemente en el último tiempo indican que el gas natural es competitivo como fuente de generación de energía eléctrica: “Desde la masificación de la extracción del gas de esquisto o shale gas, el mercado del GN ha experimentado un ciclo de expansión global, permitiendo que el combustible mejore radicalmente su competitividad respecto a otras alternativas. Este ciclo comenzó con la explotación masiva en Estados Unidos a partir del año 2007”.

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A lo anterior añaden la expansión de la capacidad de los terminales de exportación de GNL de esa nación y una oferta potencial de shale gas proveniente del yacimiento de Vaca Muerta, en Argentina.

Al respecto, Klaus Schmidt-Hebbel comenta: “La combinación de nueva oferta de gas natural, precio favorable, tecnología conocida e infraestructura existente, acelera y facilita la transición hacia matrices renovables; da flexibilidad y seguridad al sistema y, además, genera una importante reducción de emisiones, al reemplazar combustibles mucho más contaminantes”.

En Distintos Sectores

Con la sustitución de los combustibles tradicionales por el GN, el sector eléctrico en su conjunto –de acuerdo a los autores del estudio– contribuiría a resolver un 68% de la brecha que separa a Chile de la meta de emisiones comprometida al año 2030.

Hoy, la infraestructura operativa de generación basada en gas natural tiene una potencia instalada de 4.783 MW, que se utilizan de manera parcial. Esta cifra es casi equivalente a los 4.911 MW de capacidad instalada que usa carbón.

“En nuestro escenario base, el reemplazo de carbón por GN ocurre por condiciones
de mercado. En efecto, si se cumplen las proyecciones de consenso y el gas natural se sitúa en los mercados internacionales en torno a los US$ 4/MMBTU (US$ 5,5/MMBTU en planta), desplazaría un 12% de generación a carbón”, afirma el reporte.

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Actualmente, Chile cuenta con dos terminales de regasificación de GNL, en Mejillones y Quintero.

En lo referido a la industria, el análisis efectuado por los economistas propone extender la normativa de emisiones de SO2 de la región Metropolitana a todo el país. De esta manera, se reduciría en un 60% sus emisiones y en un 23% las de CO2 provenientes de calderas y hornos industriales.

En ese sector, asimismo, el estudio plantea reducir las emisiones de la minería, que da cuenta del 35% de los GEI directos emitidos por la industria a nivel nacional. Específicamente, se sugiere adoptar el GNL como combustible para los camiones del cobre, que operan con diésel y son responsables de cerca del 80% de las emisiones de ese rubro (ver tabla 1).

Respecto al transporte, los autores sugieren modificar el impuesto específico a los combustibles, aumentando el impuesto al diésel, de los actuales 1,5 UTM/m3 a 4,9 UTM/m3, y reemplazar un 15% de la flota del sistema de transporte público metropolitano, RED, a gas natural. Esto último permitiría en el Gran Santiago reducir las emisiones de CO2 en un 1,3%, mientras las emisiones de NOX y MP disminuirían un 6% y 5,2%, respectivamente.

Calefacción

En cuanto a calefacción, el estudio propone el recambio de 17.000 calefactores a leña por artefactos a gas natural. Esta medida traería consigo una reducción de 10% en las emisiones de material particulado en las ciudades de Temuco, Osorno, Talca y el Gran Concepción.

“El costo fiscal asociado a este proceso de reconversión alcanza entre US$ 4,25 y 10,6 millones, que puede ser financiado por la mayor recaudación del impuesto específico a los combustibles, propuesto en el sector de transporte”, explican los especialistas.

Entre los beneficios de esta política proyectan menores niveles de deforestación del bosque nativo, reducción de material particulado en zonas saturadas y una baja de gastos en salud por el tratamiento de enfermedades respiratorias.

Soluciones Integrales

La industria de distribución de Gas Licuado del Petróleo –conocido como GLP o más comúnmente “gas licuado”–, también tiene algo que decir sobre la transición en el sector de la energía.

Respecto a las potencialidades del GLP, Ignacio Mackenna, Gerente de Ventas Granel y Soluciones Energéticas de Abastible, comenta: “El gas licuado cumple un rol estratégico en el desarrollo sostenible y el avance de las industrias en el proceso de transición energética, al ser capaz de reemplazar combustibles como el fuel oil, diésel, carbón o leña por una energía más limpia, junto con aportar en la disminución de la huella de carbono, reduciendo la generación de CO2 y otros gases de efecto invernadero”.

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Abastible provee soluciones energéticas a la medida, para empresas e industrias de distintos sectores.

Y agrega el ejecutivo: “Hemos desarrollado un portafolio de soluciones energéticas para industrias diversas. Además de aportar al crecimiento sostenible de las empresas debido a la migración de combustible, se enfoca en lograr eficiencia energética a través de tecnologías que generan ahorros y beneficios concretos a los procesos productivos”.

Aplicaciones Industriales

Las aplicaciones del GLP a los sectores industriales y productivos son amplias. “Por ejemplo, en secado de semillas, pasteurización de lácteos, destilado de licores u otros procesos productivos, permite entregar una temperatura estable de manera constante en el tiempo, sumado a que tiene la propiedad de modulación, lo que implica lograr un producto de calidad constante en el tiempo y libre de contaminación generada por otros combustibles”, destaca Mackenna.

Otra ventaja que menciona el profesional es que el gas licuado permite continuidad operacional en la producción, al no estar sujeto a restricciones ambientales. “Y, por otro lado, posee un alto poder calorífico, sumado a los bajos índices de emisiones y a la nula opción de merma o derrame de combustible”

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A lo anterior, suma las ventajas logísticas, en términos de que el GLP no requiere una infraestructura de distribución por tuberías. “El gas licuado es una energía que tiene la capacidad de llegar a lugares de gran aislamiento geográfico; zonas extremas donde no es posible instalar redes de distribución”, añade el ejecutivo.

Adicionalmente, destaca “el papel que el GLP está cumpliendo en ayudar a descontaminar aquellas zonas del sur saturadas de MP por el uso masivo de leña para calefacción. Esto, gracias a su capacidad de reducir exponencialmente dicho contaminante en sus procesos de combustión”.

Modelo Energético Amigable

En Lipigas concuerdan en el rol central del GLP. A juicio de la distribuidora, la urgente necesidad de contar con matrices energéticas con bajas emisiones de GEI y más sostenibles ha hecho que muchas empresas e instituciones migren al gas, “una energía limpia y eficiente que contribuye a la construcción de un modelo energético más amigable con el medio ambiente”.

Y agregan: “Tanto en Chile como en el mundo, enfrentamos grandes desafíos en esta materia. Por eso, en Lipigas nos estamos preparando para ser un aporte real en esta transformación”.

En tal sentido, precisan que para promover un desarrollo sustentable y así contribuir a una mejor calidad de vida de la población, “ofrecemos soluciones energéticas a la medida, para empresas e industrias de los más diversos sectores, y a las cuales nuestros clientes pueden acceder de manera ágil y cercana a través de nuestro sistema de atención online Ejecutivo en Línea, disponible desde Arica a Punta Arenas”.

Conversión de Vehículos

En junio, se publicó en el Diario Oficial el decreto del Ministerio de Transportes que autoriza la conversión de vehículos particulares a gas vehicular. Esta ordenanza permite la circulación de vehículos livianos y medianos, cuyos motores hayan sido adaptados para utilizar GNC (gas natural comprimido) o GLP como combustible. Lo anterior, según establece el texto, “siempre que su antigüedad no exceda de cinco años y que la adaptación para el modelo o tipo de vehículo de que se trate haya sido certificada por el Centro de Control y Certificación Vehicular (3CV) en un vehículo nuevo”.

Para automóviles que presten servicios de transporte de pasajeros (taxis y colectivos), la antigüedad máxima se extenderá hasta siete años.

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Datos

8.800
Kilómetros de redes de distribución de gas natural existen en Chile.

35%
Es el ahorro estimado en combustible que, según el Ministerio de Transportes, podría lograrse tras reemplazar el uso de gasolina en vehículos livianos por GNC o GLP.

20%
Han bajado las emisiones en EE.UU. desde 2010 gracias a la sustitución de carbón por gas natural, según la Agencia Internacional de Energía (2019).

Artículo publicado en InduAmbiente N° 165 (julio-agosto 2020), págs. 26-29.