Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Riesgo Amplificado

Riesgo Amplificado

Hoy existe un protocolo para prevenir la hipoacusia por ruido ocupacional.



Dentro de las enfermedades profesionales, la hipoacusia presenta una alta prevalencia, especialmente en los países industrializados. El número de personas afectadas por esta patología se duplicó entre los años 1995 y 2004, pasando de 120 millones a 250 millones a nivel mundial.

En América Latina, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), existe una prevalencia promedio de hipoacusia del 17 % en trabajadores con jornadas de ocho horas diarias, durante cinco días a la semana, con una exposición que varía entre 10 a 15 años.

Y en Chile, según antecedentes de la Sociedad Chilena de Otorrinolaringología, la sordera ocupacional es una de las primeras causas de discapacidad producida por enfermedades laborales.

Así las cosas, queda de manifiesto que el manejo adecuado del ruido que se genera al interior de empresas e  instalaciones industriales es hoy un tema prioritario. Sobre todo, considerando que alrededor del 30% de la población económicamente activa del país está expuesta a niveles de ruido que provocan daño auditivo irreparable.

Enemigo Común

El ruido es un elemento transversal a casi todas las actividades económicas, según explica la Dra. Paz Zamorano, Jefa del Departamento de Medicina del Trabajo de la Mutual de Seguridad.

Desde los silenciosos ambientes “de oficina”, hasta las estrepitosas plantas textiles y metalúrgicas, los espacios destinados a la actividad laboral tienen como denominador común, en mayor o menor medida, la presencia de este agente de riesgo.

Así lo advierte la experta, quien señala que en comparación con otros contaminantes que afectan a los trabajadores, como la sílice o el asbesto, el daño provocado por el ruido tiene algunas particularidades propias.

La irreversibilidad es uno de ellas. “Cuando se ha constatado el deterioro auditivo, éste ya no es reparable, pero se puede detener su avance si es que se suspende la exposición al ruido”, señala Zamorano.

Además, comenta que esto es también un punto a favor, porque en el caso de la contaminación por sílice, generada por la minería, las personas pueden sufrir efectos dañinos en su salud aún hasta 20 años después de finalizado el contacto con la fuente tóxica.

Protocolo

En 2011, la Subsecretaría de Salud Pública, a través del Departamento de Salud Ocupacional, determinó como línea de trabajo la sistematización de sus acciones fiscalizadoras y de vigilancia con respecto a la hipoacusia laboral.

De este modo, se publicó el Protocolo de Exposición Ocupacional a Ruido (Prexor), que estableció requerimientos mínimos para la implementación de programas de vigilancia ambiental y de la salud de los trabajadores con exposición a ruido.

El Prexor se aplica a todos los trabajadores expuestos a este agente de riesgo, quienes debido a la actividad laboral que desempeñan, pueden desarrollar una Hipoacusia Sensorioneural Laboral (HSNL).

En el protocolo, esta patología se define como “la hipoacusia sensorioneural producida por la exposición ocupacional prolongada a niveles de ruido que generan un trauma acústico crónico, con compromiso predominantemente sensorial por lesión de las células ciliadas externas”. Es decir, un daño al oído medio.

Asimismo, el texto agrega: “También se han encontrado a nivel de células ciliadas internas y en las fibras del nervio auditivo, alteraciones en mucha menor proporción”.

Lea el artículo completo en Revista InduAmbiente N° 132, págs. 78-81.