Maurice Menadier
Gerente de Servicios Ambientales Séché Group Chile
El panorama actual de la remediación se caracteriza por matrices más heterogéneas, mezclas de compuestos de difícil degradación y ventanas de intervención cada vez más cortas. Este último fenómeno responde a una combinación de factores regulatorios, sociales, financieros y operativos que exigen ejecutar los saneamientos en menos tiempo.
A lo anterior, se suma la creciente escasez y valorización del suelo –en especial el urbano–, que vuelve prioritaria la recuperación de sitios con pasivos ambientales, ya sea para habilitar futuros proyectos o por la presión de comunidades y autoridades por restituir el espacio.
Para abordar estos desafíos existe un portafolio de técnicas que se selecciona según el riesgo y el contexto del sitio y de la contaminación: biorremediación cuando la biodegradabilidad lo permite; tratamientos térmicos, destacando la desorción térmica por su rapidez y trazabilidad; y alternativas fisicoquímicas e hidráulicas como la oxidación química in situ, la extracción de vapores del suelo, el lavado de suelos y la estabilización/solidificación para inmovilizar metales.
En ese marco, la desorción térmica se integra como una solución eficaz y versátil, ya sea como tratamiento principal o combinada con etapas de pulido biológico para cerrar brechas de cumplimiento en sitios exigentes.
Proyecto de Harnes: vista general de la termopila.
Alta eficiencia
La desorción térmica es una tecnología de tratamiento que aplica calentamiento controlado a suelos impactados para volatilizar y extraer contaminantes orgánicos, preservando la matriz mineral (no hay combustión del suelo). Según el tipo de contaminante y la estrategia operativa, las temperaturas de proceso suelen situarse entre 100 y 600 °C. Los gases generados se conducen a un tren de abatimiento que puede incluir filtración de partículas, condensación, oxidación térmica o catalítica y carbón activado, asegurando el cumplimiento de emisiones.
En la experiencia de Séché, esta técnica ha mostrado altas eficiencias frente a TPH, BTEX, HAP, solventes clorados, pesticidas y otros compuestos volátiles y semivolátiles, tanto in situ (calentamiento del subsuelo con extracción de vapores) como ex situ (plantas móviles o fijas). El diseño incorpora monitoreo continuo de la temperatura en la matriz, del caudal y de la composición de los gases extraídos; encapsulamientos para controlar olores y ruido; y, cuando corresponde, preacondicionamiento del material (trituración, cribado o reducción de humedad) para optimizar el rendimiento.
Esta tecnología constituye una alternativa eficaz para remover contaminantes orgánicos, incluso cuando el suelo presenta alta humedad. Si bien implica una inversión inicial en equipos y un consumo energético importante (gas, diésel o electricidad), puede alcanzar altos rendimientos cuando se opera en las condiciones adecuadas.
Por eso, la desorción térmica suele emplearse como una estrategia de "ataque rápido" en los sectores más impactados (hot spots) del terreno, mientras que el resto del material se deriva a biopilas para un pulido costo-eficiente y cumplir los criterios de aceptación establecidos. Esta combinación permite cumplir metas exigentes en plazos acotados, reduciendo volúmenes a disposición final y la huella logística del transporte. Cabe destacar que su uso se dirige principalmente a contaminantes orgánicos, pues la volatilización de metales pesados solo es factible en casos muy puntuales.
El uso de tecnologías térmicas requiere un control ambiental riguroso. En nuestras operaciones se implementan sistemas de captura de gases, filtración de partículas, postcombustión y monitoreo continuo de compuestos orgánicos volátiles (COVs), medidas indispensables para cumplir la normativa vigente y sostener una relación responsable con las comunidades.
Red de inyección de calor de la termopila en proyecto desarrollado en Harnes.
Casos exitosos
En Francia, Séché ha ejecutado casos exitosos de desorción térmica con distintas configuraciones: en Harnes (norte), la recuperación de 34 hectáreas de un antiguo sitio petroquímico incluyó la excavación, clasificación y tratamiento on site de más de 30.000 m3 de suelo con una termopila durante tres años, cumpliendo los objetivos de remediación; en Saint-Nazaire (oeste), un ex depósito petrolero con HAP se trató ex situ mediante una planta temporal, recuperando 12.000 m3 en dos años; y en Pantin (área parisina), se aplicó un esquema in situ, sin excavación previa, con más de 200 pozos en 800 m2 para inyectar calor y volatilizar HAP, TPH y BTEX. Los vapores se capturaron para su tratamiento (oxidación térmica/catalítica y carbón activado) y el área se encapsuló para mitigar olores, ruido e impacto visual en un entorno sensible.
Con base en nuestra experiencia, la desorción térmica no solo es eficaz, sino que también estratégica. Su aplicación demanda ingeniería y planificación a la medida de cada sitio, pero su desempeño –en plazos, eficiencia y gestión del riesgo– la posiciona como una herramienta sólida para los retos actuales de la remediación.
Frente al aumento de las exigencias regulatorias y sociales, disponer de soluciones versátiles como la desorción térmica reafirma nuestro compromiso con una recuperación ambiental segura, eficiente y sostenible.
Artículo publicado en InduAmbiente n° 195 (julio-agosto 2025), páginas 70 a 71.