Innovadores productos como un paté vegetal elaborado a partir de subproductos de la industria cervecera, la recuperación y reciclaje de miles de envases de fitosanitarios, numerosos programas de formación y diversos proyectos enfocados en la valorización de residuos.
Esos son ejemplos que muestran cómo la economía circular se ha ido abriendo paso en la agroindustria de nuestro país, a través de distintas iniciativas públicas y privadas que buscan transformar los modelos de producción y consumo lineales en sistemas más sostenibles, donde se priorice la reducción, la reutilización y el reciclaje de recursos, generando beneficios ambientales y económicos.
A continuación, revisamos algunos avances concretos, desafíos y alternativas para que esta tendencia se consolide en este sector productivo.
Prácticas y acciones
Según diversos datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), la producción agroindustrial en Chile se concentra en las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O'Higgins y del Maule.
En esta última, hace nueve años se puso en marcha un programa estratégico regional impulsado por Corfo denominado Maule Alimenta, cuyo objetivo es articular la red de empresas del rubro para identificar brechas productivas y oportunidades de negocio que permitan, entre otras cosas, "contribuir al cambio estratégico de las empresas hacia una economía circular y gestión sustentable", con miras a "liderar el desarrollo y producción sustentable de alimentos procesados hortofrutícolas saludables, innovadores y convenientes".
En ese contexto, su gerente, Felipe Torti, asegura que "en el Maule hemos observado un avance concreto en la incorporación de prácticas circulares en la agroindustria. Nueve empresas de la región han logrado desarrollar y comercializar nuevos productos circulares, elaborados a partir de residuos agroindustriales. Además, actualmente se están ejecutando siete proyectos de I+D+i enfocados en la valorización de residuos, varios de ellos cofinanciados por instrumentos de Corfo, que también financia nuestro programa Maule Alimenta".
Agrega que en paralelo, "68 empresas han fortalecido sus capacidades mediante programas de formación en áreas clave como modelo Canvas de negocios circulares, medición de huella de carbono, valorización de residuos, trazabilidad e indicadores de economía circular. También han participado en un curso de ecodiseño y ciclo de vida del producto, así como en un programa de formación continua de Corfo sobre economía circular. Estos avances reflejan una creciente conciencia y acción concreta en el sector".
Interesantes ejemplos de los productos circulares desarrollados al alero de esta iniciativa son: el paté vegetal Bagán, elaborado a partir de la revalorización del bagazo, residuo que queda en el proceso de fermentación de la industria cervecera; y el dip Cumentún, salsa untable producida con subproductos del procesamiento de pasta de tomate.
Un ejemplo de producto circular: el paté vegetal Bagán, elaborado a partir de la revalorización del bagazo, residuo de la industria cervecera.
En tanto, para graficar los proyectos de innovación y desarrollo que impulsan la economía circular, Felipe Torti destaca un programa de difusión tecnológica Corfo "en el cual con 20 empresas de Maule Alimenta y la consultora Blueoak se enseñó a las empresas a medir su huella de carbono y a valorizar sus residuos a través del uso de tecnología", como también un proyecto FIA que permitió contar con la consultoría de un experto que "enseñó a las empresas a definir y medir indicadores de economía circular para elaborar reportes anuales a los stakeholders".
Gestión de envases
Otro aspecto en que se expresa el compromiso de la agroindustria con la economía circular es en la gestión de los envases y embalajes, incluso mucho antes de que este enfoque comenzara a ganar terreno en la política pública, a través de herramientas como la Ley 20.920 que fomenta el reciclaje y establece la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). "Desde 2001, la industria fitosanitaria, a través del programa voluntario CampoLimpio, se adelantó en más de 20 años a la Ley REP, logrando recuperar desde entonces un total de 8.691 toneladas de envases plásticos y metálicos para su reciclaje, evitando que éstos queden enterrados, quemados o abandonados en cauces de agua y vertederos ilegales. Sin embargo, la promulgación de la Ley REP en los últimos dos años ha inyectado un nuevo impulso a este sector en especial en términos de impacto educativo significativo ya que ha permitido generar una mayor conciencia entre los agricultores sobre los beneficios del triple lavado (de envases de productos fitosanitarios) y la relevancia de entregar sus envases vacíos a un sistema de gestión autorizado, fomentando así una cultura de responsabilidad ambiental más arraigada en el campo", expone Francisca Gebauer, directora ejecutiva de CampoLimpio que hoy es un sistema de gestión de envases agroindustriales autorizado por el Ministerio del Medio Ambiente para hacerse cargo de estos productos priorizados en la Ley REP.
Su cadena de gestión incluye centros fijos y puntos móviles de recolección, centros de acondicionamiento, transporte y centros de valorización. "Solo en el último año (2024) se recolectaron 872 toneladas de envases y se emitieron más de 10.000 certificados de recepción lo que no solo valida la eficiencia y trazabilidad del sistema, sino que también respalda el firme compromiso del sector con una economía circular robusta y transparente", subraya.
Desafíos y soluciones
A pesar de los importantes avances mencionados, la recolección y valorización de envases y embalajes agroindustriales aún enfrenta desafíos significativos para seguir ganando terreno en el sector, especialmente en el marco de la Ley 20.920.
"Uno de los principales obstáculos reside en la rigidez que presenta la propia Ley REP en sus procesos de licitación. Como hemos experimentado en CampoLimpio, la obligatoriedad de licitaciones, aunque busca la transparencia, puede generar una larga tramitación y complejidades inherentes a la transición. Esto ha implicado que, durante 2024, tuviéramos que operar bajo dos modalidades paralelas (como programa voluntario y sistema de gestión), con el objetivo principal de no afectar a los agricultores, evitando disminuir o interrumpir la cadena de operación a través de la cual ellos entregan sus envases. Esta rigidez puede limitar la participación de pequeños gestores y complejizar la operación, requiriendo un constante aprendizaje y adaptación", advierte Francisca Gebauer.
Añade que otros desafíos relevantes son las brechas en infraestructura y logística y la concientización y cambio cultural. "Aunque CampoLimpio tiene una red de 30 puntos fijos y más de 100 operativos móviles al año, la vasta extensión territorial de Chile y la dispersión de los agricultores, especialmente en la agricultura familiar campesina, presentan barreras logísticas para la recuperación de los envases. Además, si bien hay avances, es necesario seguir educando y concientizando a todos los actores, desde el productor hasta el consumidor, sobre su rol en la Ley REP y la importancia del triple lavado para la sostenibilidad agrícola", apunta la especialista.
A través de CampoLimpio, la industria fitosanitaria se adelantó en más de 20 años a la Ley REP, subraya Francisca Gebauer.
La directora ejecutiva de CampoLimpio indica que para superar estos desafíos se requiere:
• Agilizar los procesos de contratación: "Nuestra experiencia en 2024 mostró que la rigidez de las licitaciones bajo la Ley REP genera demoras significativas. Necesitamos procesos más simplificados que permitan, en casos justificados, respuestas ágiles a solicitudes de contratación directa presentadas ante el Ministerio del Medio Ambiente. Esto permitiría optimizar la red de gestores de forma más eficiente y responder con mayor flexibilidad a las realidades territoriales y las necesidades operativas, sin comprometer la transparencia", plantea.
• Intensificar las campañas de educación y concientización: Francisca Gebauer señala que han capacitado a más de 11 mil personas en triple lavado de envases de productos fitosanitarios y enfatiza que es clave mantener este esfuerzo y adaptarlo a diferentes audiencias. "La comprensión clara de la Ley REP y los beneficios de una gestión responsable por parte de todos los actores -desde el productor hasta el consumidor- es esencial para fomentar un cambio cultural duradero y asegurar la calidad del material recuperado", dice.
• Fomentar un diálogo continuo y constructivo entre el sector público y privado: "Las mesas de trabajo son una buena instancia, pero es necesario que estas conversaciones se traduzcan rápidamente en acciones concretas y ajustes normativos que faciliten la operación. La colaboración público-privada es la única vía para construir un sistema de economía circular robusto y adaptado a las particularidades del sector agroindustrial chileno", sostiene.
Dificultades e iniciativas
Desde una perspectiva más general, en Maule Alimenta indican que el principal desafío para que la circularidad siga ganando terreno en el sector agroindustrial hoy está en la disponibilidad de capital humano calificado. "Son pocas las empresas que cuentan con profesionales en sus equipos ejecutivos que manejen de forma sólida los conceptos y herramientas de la economía circular. Esto dificulta la identificación de oportunidades y la implementación de modelos de negocio circulares", afirma Felipe Torti.
Agrega que, además, persiste un conocimiento parcial sobre los beneficios de adoptar un enfoque circular. "Más allá del retorno económico, la economía circular permite mejorar el posicionamiento de las empresas frente a sus stakeholders, fortalecer su imagen corporativa y avanzar hacia una operación más sostenible y resiliente", resalta.
Felipe Torti destaca la incorporación de prácticas circulares en empresas agroindustriales de la región del Maule.
Sobre ese escenario, desde Maule Alimenta han impulsado tres líneas de acción estratégicas para acompañar a las empresas en su transición hacia la circularidad:
• Definición de indicadores de economía circular, que permitan establecer metas claras y medibles.
• Apoyo en la postulación a proyectos de valorización de residuos, promoviendo el uso de instrumentos de cofinanciamiento público.
• Medición del índice de circularidad, herramienta que desarrollaron junto a Inédit y a la Universidad de Talca, especialmente para empresas del rubro alimentario.
"Estas acciones buscan no solo fomentar la implementación de proyectos, sino también instalar capacidades al interior de las organizaciones para sostener en el tiempo una estrategia circular", comenta el ejecutivo.
Felipe Torti añade que para seguir avanzando de manera decidida hacia la circularidad en la agroindustria, "el primer paso es que las empresas se planteen con claridad su compromiso con esta visión: desde aplicar acciones puntuales -como la valorización de residuos o la mejora del ciclo de vida de productos- hasta rediseñar integralmente su modelo de negocio bajo principios circulares".
En ese contexto, en Maule Alimenta recomiendan empezar por definir indicadores estratégicos de circularidad, establecer metas anuales, monitorear su cumplimiento y evaluar los impactos obtenidos. "A partir de ello, sugerimos elaborar reportes internos y externos -similares a reportes de sostenibilidad- que den cuenta de estos avances, permitiendo así comunicar de manera transparente el compromiso y las acciones de la empresa tanto a nivel interno como hacia sus clientes y comunidades", concluye.
Artículo publicado en InduAmbiente n° 194 (mayo-junio 2025), páginas 50 a 52.