Uno de los impactos más notorios y preocupantes del cambio climático en Chile es la sequía estructural y la menor disponibilidad de agua que afecta a gran parte del territorio. De hecho, nuestro país figura a nivel mundial entre los que sufren y sufrirán mayor estrés hídrico, según diversos informes de organismos especializados como World Resources Institute.
Frente a eso, la desalinización de agua de mar se ha ido instalando como una alternativa viable para adaptarse a este fenómeno y contar con el recurso vital requerido para abastecer tanto a las actividades productivas como también a la población.
¿Qué avances, oportunidades y desafíos afronta hoy su desarrollo?
Aporte y beneficios
"La desalación se ha consolidado como una herramienta clave para enfrentar los efectos del cambio climático en Chile, al ofrecer una fuente segura, resiliente y sustentable de agua en un contexto de creciente escasez hídrica".
Así lo enfatiza Alberto Kresse, presidente de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (Acades), que también destaca uno de sus principales beneficios: "Permite generar agua independientemente de las precipitaciones, restándole presión a las fuentes continentales -como ríos y acuíferos- que se han visto cada vez más comprometidas por la sequía y el aumento de la demanda. Esto es especialmente relevante considerando que, hacia 2030-2060, se proyectan escenarios con disminuciones de hasta 50% en la disponibilidad de agua en el norte y centro del país".
Agrega que la desalación permite liberar agua dulce para usos estratégicos como el consumo humano, la conservación de ecosistemas o el abastecimiento de comunidades rurales.
Además, plantea que, desde el punto de vista económico, esta tecnología protege la competitividad del país: "Según cifras de Acades, más del 60% del PIB nacional depende directa o indirectamente del agua. Sin certezas sobre su disponibilidad, sectores como la agricultura, la industria, el turismo, los data centers y la producción de hidrógeno verde ven limitado su desarrollo. Proyectos de desalación bien diseñados garantizan esa disponibilidad y permiten avanzar hacia una economía más resiliente".
Con una visión más amplia del panorama en esta materia, Julio Faúndes, gerente general de Hídrica WRC (Water Resources Consulting), señala: "La desalinización es una alternativa concreta que debe formar parte de la matriz positiva de fuentes hídricas a ser incorporadas a nivel de gestión de cuencas. Chile enfrenta una mega sequía prolongada que exige diversificar las fuentes de agua y fortalecer la seguridad hídrica en sectores clave. La gestión hídrica de cuencas es fundamental para lograr el equilibrio de balance hídrico, en donde las plantas desalinizadoras es una opción comprobada que permite precisamente eso: asegurar disponibilidad donde las fuentes continentales son cada vez más inciertas".
Añade que la empresa ha participado en el diseño e integración de soluciones hídricas resilientes a nivel de cuenca, "y vemos con optimismo cómo la desalinización se está incorporando en estrategias de adaptación regionales, de manera planificada, eficiente y sostenible como parte de un entendimiento completo del sistema".
Faúndes también subraya que la desalinización y el reúso de las aguas continentales forman una estrategia fundamental en la resiliencia climática territorial. Y permite que sectores productivos, como la minería, la industria o incluso el turismo costero, puedan desarrollarse con mayor certeza en un escenario de estrés hídrico creciente.
La desalación y el reúso de las aguas continentales son claves en la resiliencia climática territorial, plantea Julio Faúndes.
En operación y construcción
El último catastro desarrollado por Acades, en conjunto con la Corporación de Bienes de Capital (CBC), presentado en abril pasado, indica que en nuestro país hay en operación 24 plantas desaladoras con capacidad mayor a 20 litros por segundo (L/s), que en conjunto pueden producir 10.583 L/s de agua. Estas instalaciones están distribuidas en 7 regiones, siendo la de Antofagasta la que concentra la mayor cantidad de plantas (13) y el mayor porcentaje de producción (66,6%, con 7.055 L/s).
Desde Acades añaden que la mayoría de estas desaladoras abastecen a los sectores minero e industrial. "Esto se debe a que estas industrias cuentan con los recursos financieros y capacidades técnicas para asumir la inversión inicial y los costos operacionales asociados a esta tecnología. No obstante, esto no significa que la desalación sea inalcanzable para otros sectores. De hecho, Chile tiene un enorme potencial para el desarrollo de desalación sustentable gracias a su extensa costa y su capacidad de generar energías renovables", asegura Alberto Kresse.
El catastro muestra también que se registran 41 proyectos en etapas de ingeniería o construcción relacionados con el reúso de aguas servidas tratadas, la extracción y transporte de agua salina y la desalación de agua de mar, entre otros. Todos ellos, con sus obras asociadas, representan una inversión total estimada de 22 millones de dólares, y la utilización y transporte de más de 45.000 l/s. De ellos, 15 están directamente relacionados con la minería, 12 con la generación de hidrógeno o amoníaco verde, 11 multipropósito-minero y 3 multipropósito con foco en consumo humano.
Opciones para la expansión
El presidente de Acades postula que una opción para expandir la desalinización más allá de los sectores industriales es diseñar modelos de financiamiento mixtos, que incluyan participación pública y privada. "La experiencia internacional muestra que marcos regulatorios estables y atractivos para la inversión son fundamentales. En esa línea, la concesión de proyectos multipropósito, como el anunciado para la Región de Coquimbo, puede transformarse en una alternativa muy atractiva para llevar agua desalada a comunidades, agricultura y otros usos productivos", sostiene Kresse.
Y concluye: "Aunque la desalación todavía requiere inversiones relevantes, no es una opción inaccesible. Por el contrario, si se abordan adecuadamente las barreras regulatorias y se incentiva el desarrollo de proyectos en escalas adecuadas, puede convertirse en una herramienta estratégica, escalable y sustentable para afrontar la crisis hídrica en todas las regiones y sectores del país".
En relación con esto, desde Hídrica WRC, Julio Faúndes indica que para aprovechar al máximo el potencial de la desalación "es clave que las regulaciones incorporen criterios de adaptación al cambio climático y promuevan una visión integrada de la gestión del agua a nivel de cuenca".
Agrega que la evaluación ambiental de proyectos debiera considerar de manera más explícita los riesgos climáticos, tanto físicos como de transición, y promover el desarrollo de planes de adaptación integrados desde el diseño mismo de infraestructuras como las desaladoras. "Incluir el enfoque de cambio climático en la evaluación ambiental es una oportunidad para mejorar la calidad y la sostenibilidad de los proyectos. Los efectos del cambio climático en la disponibilidad del recurso hídrico, como también en la seguridad de las obras de infraestructura, deben ser anticipados mediante estudios y modelos específicos que permitan disminuir los riesgos. Las plantas desalinizadoras o sistemas de reúso de aguas, si bien ya son una gran solución, pueden ser aún más eficientes y adaptativas si se diseñan considerando proyecciones climáticas, escenarios de riesgo y medidas de adaptación desde el inicio", afirma.
Comenta, además, que Hídrica WRC aplica este enfoque en diversos proyectos, "desarrollando planes de adaptación basados en ciencia, datos y modelación, lo que permite no solo cumplir con los marcos regulatorios, sino anticiparse a los desafíos futuros. Es un cambio de mirada que fortalece tanto la viabilidad técnica como la sostenibilidad de estas infraestructuras".
Desafíos ambientales
Controlar los impactos ambientales que las plantas desaladoras pueden provocar es un desafío crucial para desarrollar y ampliar el uso de estos proyectos de manera sostenible.
El Dr. Víctor Aguilera, investigador del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), advierte: "Durante la captación del agua de mar es posible que las especies marinas, y que tengan interés ecológico, de conservación y/o económico, como especies para el desarrollo de la acuicultura, puedan ser succionadas y concentradas por el sistema de captación de las plantas. La concentración de estas especies es relevante desde el punto de vista operativo de las plantas, ya que una mayor concentración biológica reduce su eficiencia de funcionamiento elevando los costos por pre-tratamiento. Este pre-tratamiento involucra el uso de productos químicos (anti-incrustantes) que reducen la adhesión de organismos a los ductos de la planta, y que pueden ser posteriormente vertidos junto con la salmuera al océano".
La descarga de salmuera (una solución densa con elevada salinidad) en el mar es otro aspecto que preocupa. Al respecto, señala: "A través de dispersores, las desalinizadoras la proyectan en forma de plumas salinas sobre el fondo marino. Los posibles efectos de esta descarga en las comunidades residentes son inciertos, aunque de gran interés para los científicos, tomadores de decisión y generadores de políticas públicas. La magnitud del efecto de la concentración biológica como la persistencia de las plumas se relacionan con la intensidad de las corrientes marinas y el potencial de dispersión en las cercanías de las plantas desalinizadoras. En consecuencia, se pueden reconocer áreas con mayor y menor potencial dispersión de organismos y de plumas salinas".
En relación con lo anterior, el Dr. Orlando Astudillo, investigador también de CEAZA, plantea una serie de aspectos que convendría tener en cuenta al elegir lugares para implementar plantas desaladoras: "Las consideraciones en base a los resultados de los estudios de circulación oceanográfica e impacto del vertido de salmuera a lo largo de la costa de la región de Coquimbo indican que los lugares candidatos para la instalación y funcionamiento de una planta deben cumplir dos condiciones. La primera es evitar la ubicación de torres de captación de agua de mar en sectores de la costa que presenten alta concentración de biomasa fitoplanctónica o retención de organismos marinos transportados por las corrientes y que puedan ser colisionados o succionados en la toma de agua. Y segundo, para la instalación de los emisarios de salmuera deben privilegiarse aquellos emplazamientos donde el régimen de circulación y dispersión presente máximos locales, de modo de diluir en menor tiempo la descarga de salmuera y evitar el desarrollo y mantenimiento de anomalías salinas por sobre lo observado naturalmente".
Desde Acades, en tanto, Alberto Kresse asegura que "los estudios más recientes demuestran que los efectos de las plantas desaladoras que operan en nuestro país son marginales y han sido ampliamente mitigados, monitoreados y controlados gracias a innovaciones tecnológicas y que, en el caso del litoral chileno, se ven favorecidos además por las condiciones geográficas del fondo marino y por la presencia de la corriente de Humboldt, que permiten la rápida dispersión de la pluma salina, reduciendo significativamente su impacto en los ecosistemas marinos. En la mayoría de los casos analizados en el país, se alcanza la concentración natural del entorno a los 2 o 3 segundos de la descarga y a distancias del orden de 20 metros, acotando las áreas de influencia a zonas relativamente reducidas".
Alberto Kresse resalta que la desalación ofrece una fuente segura, resiliente y sustentable de agua en un contexto de creciente escasez hídrica.
Agrega que estos datos provienen de un estudio realizado por el HUB Ambiental de la Universidad de Playa Ancha, donde se evaluó la dispersión de salmuera en varias plantas desaladoras del norte de Chile, como las de Minera Escondida, Aguas Antofagasta y Minera Candelaria. "El incremento de salinidad en las áreas cercanas a los puntos de descarga fue inferior al 5% en un radio menor a 100 metros, e incluso, en algunos casos, como Nueva Atacama en Caldera, fue inferior al 3% dentro de un radio de 50 metros. Estos resultados revelan una rápida dispersión de la salmuera, atribuida a las condiciones oceanográficas locales y al uso adecuado de difusores en las descargas", detalla.
En cuanto a la posible afectación de la biodiversidad por la aducción de agua de mar, el especialista indica que esto se evita a través de consideraciones tempranas de diseño -como la instalación de los inmisarios a profundidades que reducen la probabilidad de captar zooplancton y fitoplancton- y la implementación de las mejores tecnologías disponibles. "La gran mayoría de las captaciones de agua de mar se encuentran a más de 15 metros de profundidad, y varios metros sobre el lecho marino, lugar donde existe menor influencia del sol y, por ende, menor actividad de microrganismos marítimos. Asimismo, las velocidades de admisión de los inmisarios no superan los 0,15 m/s, lo que genera un flujo de agua en el cual los peces pueden alejarse nadando en dirección opuesta evitando choques y arrastres. Es más, la mayoría de las plantas desaladoras del país muestran registros de comunidades bentónicas que florecen alrededor de las captaciones de agua de mar. A ello, se suma el uso de filtros pasivos que se instalan en el fondo marino para asegurar una baja velocidad de captación e impedir el paso de seres vivos de tamaño mayor a 1 mm, que aseguran que organismos medianos como algas o pequeños peces puedan pasar", grafica Kresse.
Más allá de los avances presentados, el presidente de Acades advierte que persisten otros desafíos importantes para que la desalinización se siga consolidando como una alternativa sostenible para que nuestro país pueda adaptarse a la menor disponibilidad hídrica originada por el cambio climático. Entre ellos destaca la "tramitación regulatoria extensa y compleja" que retrasa la ejecución y encarece los costos de los proyectos. Y también el costo total del agua desalada: "Si bien el precio de producción puede ser competitivo (entre 1 y 2 dólares por metro cúbico), los costos de transporte y elevación pueden elevar significativamente el valor final del recurso. Para superar estas barreras, se requiere avanzar hacia un sistema integrado de gestión hídrica que optimice la distribución del agua desalada. Esto incluye generar economías de escala mediante redes de abastecimiento compartidas que permitan su uso por parte de consumidores de distintos tamaños y sectores. Así, se podrá masificar esta tecnología como una solución viable y sostenible para el conjunto del país", finaliza.
Artículo publicado en InduAmbiente n° 194 (mayo-junio 2025), páginas 24 a 26.