Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Alertas en el Agua

Alertas en el Agua

Estudio del CRHIAM advierte baja calidad ambiental de las fuentes de agua potable en algunas regiones.



"El agua, como elemento fundamental para nuestra subsistencia, reviste una especial preocupación por sus alteraciones en cantidad y calidad". El fragmento anterior pertenece a la presentación del estudio "Calidad ambiental de fuentes de agua potable de empresas de servicios sanitarios en Chile, periodo 2014-2020", desarrollado por el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (Centro Fondap CRHIAM), y pone de manifiesto la permanente necesidad de realizar investigaciones de este tipo.

El informe es parte de la Serie Comunicacional CRHIAM, edición especial, publicada durante este año. Recoge datos públicos de calidad de agua entregados a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), y muestra valores de calidad de agua de diferentes fuentes de captación, ya sea superficial y/o subterránea. Para poder analizar el nivel de calidad que tienen las diferentes fuentes, los datos fueron comparados con las guías para calidad de agua de Australia, Nueva Zelandia y Canadá, de manera de establecer rangos referentes a la calidad ambiental de cada una de las fuentes según los parámetros informados.
Los principales compuestos analizados fueron: nutrientes (amoníaco, nitrito y nitrato), sólidos disueltos totales, color verdadero, turbiedad, fluoruro, magnesio y parámetros microbiológicos, como E. coli y coliformes totales.

Principales Resultados

El estudio determinó que los valores promedio de nitrato en aguas superficiales entre las regiones de Antofagasta y Magallanes están por debajo de los 13 mg/L (buena calidad ambiental, según guía canadiense), pero hay excepciones en Valparaíso con fuentes que reportan concentraciones superiores a 35 mg/L.

Este escenario es muy diferente en aguas subterráneas. De Arica y Parinacota al Maule se reportan promedios de nitrato por región entre 10-35 mg/L y, en muchas fuentes de agua de bebida dentro de una misma región, se observan concentraciones medias sobre los 40 mg/L, incluyendo algunas en Biobío y Araucanía. Debido a esto, es posible indicar que la mayoría de las regiones captan aguas de media y baja calidad con concentraciones de nitrato superiores a 11 mg/L. Esto, según guías internacionales, permite proteger el 95% de las especies que habitan en aguas dulces.

En relación a sólidos disueltos totales, las concentraciones medias en aguas superficiales escasamente superan los 1.000 mg/L entre Atacama y Magallanes. Sólo la región de Antofagasta promedia sobre este valor, debido a fuentes con concentraciones superiores a 4.000 mg/L, algo propio de aguas salobres. El caso anterior se amplía en aguas subterráneas. Fuentes en regiones como Arica y Parinacota, Antofagasta, Atacama y Valparaíso extraen agua con concentraciones iguales o mayores a 5.000 mg/L.

Cabe indicar también que el parámetro de color verdadero presenta baja calidad ambiental (>40 Pt-Co) en algunas fuentes superficiales y subterráneas localizadas en el Biobío y La Araucanía.

Nuevos Esfuerzos

La sostenibilidad ambiental de los ecosistemas acuáticos ha sido foco de creciente preocupación en Chile. Este y otros estudios realizados por CRHIAM y otras organizaciones así lo reflejan.

"Cumplir el DS 90 para descargas de residuos líquidos a ecosistemas superficiales es un piso muy mínimo y los esfuerzos deben centrarse en entender la biodiversidad de los ecosistemas donde se están realizando los vertimientos. Es la forma de ser proactivos en generar información de base para operar con un real cuidado al medio ambiente, potenciando la elaboración de normativas secundarias de calidad ambiental de las aguas en aquellos ecosistemas que aún no las tengan y/o autocontroles de las descargas, atendiendo a la conciencia ambiental", proponen en el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería.

Aunque nuestro país dispone de normativas que regulan las descargas a cuerpos superficiales, en el CRHIAM advierten que "no se está asegurando la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas. A la ciudadanía esta realidad se le hace evidente al observar el deterioro ambiental de su entorno y, por lo tanto, entiende que deben establecerse nuevas exigencias para un mayor control de la contaminación. Para eso, el sector productivo debe asumir de mejor manera sus obligaciones de responsabilidad social y con el territorio donde está operando, respetando a las comunidades donde se inserta".

Alertas en el agua-02x400.jpgEl estudio recoge datos públicos de calidad de agua entregados a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS).

Siguiendo con los desafíos en la materia, en el CRHIAM aseguran que hoy Chile requiere de una sólida base de información científica, "la cual no existe o está totalmente disgregada, debido a que el ámbito de los recursos hídricos se relaciona con distintas instancias de la institucionalidad chilena. Se hace necesario revisar en forma conjunta el escenario de escasez hídrica que afecta al centro y sur del país, donde se localiza la mayor cantidad de fuentes reguladas por el DS 90. Además, se requieren incorporar herramientas que la ciencia ya ha desarrollado para ayudar a mejorar el seguimiento y control de la efectividad de la normativa vigente", acotan.

Plantean, asimismo, que entender que la protección del medio ambiente es también la protección de nuestra salud "es fundamental para comprometerse con nuevas exigencias de control ambiental y con la necesaria capacidad de fiscalización que debiera desplegar el Estado en el control del cumplimiento de la normativa vigente".

Mejores Estándares

Por todo lo ya indicado, en el CRHIAM sostienen que es necesario avanzar en mejores estándares de sostenibilidad acordes al siglo XXI. "Para eso no se necesita aumentar el número de parámetros regulados para realizar seguimiento de las descargas antropogénicas a los ecosistemas, lo que siempre genera la resistencia del sector productivo. Lo que corresponde es hacer la evaluación de contaminantes a través de modelos que ya han sido implementados con mucho éxito en países de mayor desarrollo", precisan.

Ejemplos de lo anterior son el uso de bioensayos de toxicidad y la evaluación de los efectos ambientales de las descargas, como el desarrollado por el Ministerio del Medio Ambiente de Canadá para descargas de plantas de celulosa, mineras y de aguas servidas. Y también las cargas máximas diarias aceptables de contaminantes que son reguladas por la Agencia de Protección de Estados Unidos (US EPA), para comprobar efectivamente que las descargas no tengan efectos tóxicos sobre la biodiversidad en el medio que las recibe.

Artículo publicado en InduAmbiente 178 (septiembre-octubre 2022), páginas 48 a 49.