Durante el gobierno de Boric, los temas ambientales han aparecido y desaparecido sin rumbo ni prioridad. Hubo avances como la ratificación del Acuerdo de Escazú y la aprobación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, aunque esta última estuvo marcada por la controversia en torno a concesiones salmoneras dentro de áreas protegidas. Pero por contrapartida se retrasó la entrada en vigencia de la Ley N° 21.368 sobre Plásticos de un solo Uso, respecto a normas de calidad y emisión hay poco avance y las zonas de sacrificio continúan padeciendo de injustica ambiental.
En paralelo, la autoridad ha promovido iniciativas como la Estrategia Nacional del Litio, marcada por el criticado acuerdo entre SQM y Codelco, la Red de Salares Protegidos y la apuesta por el hidrógeno verde. Pero, sin duda, lo más presente en el discurso ha sido la llamada "permisología": un concepto difuso que agrupa permisos sectoriales y ambientales del SEIA, y que ha sido impulsado por el sector privado como excusa para flexibilizar la regulación ambiental. Lamentablemente, el Gobierno ha cedido ante esta presión.
Si bien aún no hemos entrado de lleno en las campañas presidenciales, las propuestas de los candidatos de las primarias del oficialismo no abordaron las temáticas ambientales con una visión sobre la realidad del país. Y con las declaraciones de los precandidatos de derecha queda claro que el medio ambiente no es una prioridad. En el mejor de los casos, aparece como un apéndice, carente de visión estratégica y de propuestas concretas. En definitiva, hasta ahora lo ambiental no es tema.
En general, el oficialismo está de acuerdo en impulsar la producción a gran escala de hidrógeno verde, vinculándolo con el cambio climático. En todos los casos, las menciones ambientales giran en torno a producción e industria, sin incluir bajadas específicas ni abordar de forma integral la fragilidad ecológica del país. Esta mirada quedará plasmada en un futuro programa de gobierno de este sector.
Temas clave como la conservación terrestre y marina, la protección de ecosistemas nativos -especialmente los mediterráneos-, el impacto de la salmonicultura, la erosión, deforestación, fiscalización ambiental o el fortalecimiento normativo, brillan por su ausencia. Tampoco se menciona el financiamiento ambiental ni las recomendaciones de la OCDE en su último informe sobre el desempeño ambiental de Chile.
En el caso de la derecha y la extrema derecha, aunque no han presentado programas, han dejado claro en sus intervenciones públicas su rechazo a las organizaciones ambientales y su desinterés por los temas ecológicos. La muestra más reciente de esto es el documento "Con permiso para crecer", que reúne un conjunto de propuestas que claramente implican regresiones en materia ambiental.
Así, lo que queda en evidencia es la estrechez, el desconocimiento y/o la desconexión que existe entre la importancia de la naturaleza y el bienestar humano, en todos los sentidos.
Esta carrera recién comienza. Queda por ver si en algún momento el medio ambiente se abordará con la seriedad que requiere, o si seguirá reducido a una lista de lugares comunes en los programas de gobierno.
Columna publicada en InduAmbiente n° 194 (mayo-junio 2025), página 45.