Miércoles 11 de junio de 2025.- Durante años, las disputas entre el sector agrícola y las hidroeléctricas marcaron la gestión del agua en diversas cuencas de Chile, provocando tensiones que parecían irreconciliables. Sin embargo, en las últimas décadas, esta relación ha comenzado a transformarse: han surgido diálogos que han dado paso a acuerdos inéditos, con beneficios compartidos para la agricultura y la generación energética.
Un ejemplo concreto de esta nueva forma de relacionarse se vive en la cuenca del río Biobío, donde lo que comenzó como un foco de conflicto —la construcción de la central hidroeléctrica Ralco en el Alto Biobío— terminó dando paso a un modelo de colaboración, impulsado por su Junta de Vigilancia, entre la industria energética y el mundo agrícola.
Juan Vallejos, gerente de la Asociación de Canalistas del Canal Biobío Negrete y presidente de la Junta de Vigilancia del río Biobío (JVBB), recuerda: "En aquella época, efectivamente surgieron diferencias importantes en torno a la construcción de la central hidroeléctrica en el Alto Biobío. La infraestructura de riego no estaba preparada para las variaciones de caudal que introducía la operación de la central, lo que generaba complicaciones. Algunos usuarios que regaban por turno perdían la oportunidad, y eso nos obligó a buscar soluciones. Fue así como se gestaron los primeros acuerdos entre hidroeléctricas y canalistas, como una forma de compensar esas afectaciones y asegurar el riego".
La cuenca del río Biobío concentra una alta demanda por el recurso: abastece a más de un millón de personas, riega 150.000 hectáreas, genera la mayor cantidad de energía del país y recibe los más grandes efluentes de celulosa del mundo. Compatibilizar todos estos usos ha exigido un modelo de gestión sofisticado, donde la colaboración se vuelve clave.
De rivales a socios
Hoy, esa coordinación se traduce en una gestión compartida del agua, en la que participan empresas generadoras, sanitarias, asociaciones de canalistas, industriales y comunidades de regantes. A través de mesas técnicas, protocolos operativos y acuerdos de colaboración para el uso eficiente del agua, la Junta de Vigilancia del río Biobío ha logrado articular los intereses de sectores históricamente enfrentados.
Al respecto, María Alejandra Álvarez, gerente de Gestión de Recursos Hídricos de Colbún —empresa que forma parte de la JVBB—, subraya: "Aunque utilizamos el mismo recurso, el objetivo siempre ha sido generar el mayor beneficio para todos. Gracias a una gestión autónoma y coordinada, hemos logrado distribuir el agua de forma más eficiente".
Uno de los acuerdos más relevantes está relacionado con la gestión del embalse Ralco, que ha traído beneficios para la agricultura, el abastecimiento de agua potable y la generación eléctrica. En 2022, tras un 2021 especialmente seco, esta colaboración alcanzó uno de sus hitos más significativos. "Ese año, parte del agua que corresponde a los regantes se dispuso como 'ahorro', acumulándola en ciertos periodos del año para que la hidroeléctrica pudiera contar con el caudal necesario para su operación. A cambio, se incorporaron restricciones a la generación, estableciendo cuotas mínimas de almacenamiento para asegurar un caudal en el río que nos permitiera regar toda la temporada", explica Vallejos.
María Alejandra Álvarez complementa esta visión: "Somos una junta de usuarios de aguas (no de solo regantes) con visión de futuro, comprometida con una administración eficiente del agua. Nos preocupamos no solo del uso racional del recurso, sino también de su calidad y del impacto que generan las modificaciones en el cauce del río".
Tecnología para la gestión
Este tipo de acuerdos no serían posibles sin un componente cada vez más esencial en la gestión del agua: la tecnología. Para que funcionen, se necesita información precisa, accesible y en tiempo real. En ese escenario, las soluciones desarrolladas por Capta Hydro, startup especializada en la gestión del agua extraída de los ríos, han facilitado la coordinación y el cumplimiento de los compromisos entre actores.
"En la cuenca del río Biobío implementamos un centro de control que recopila en línea datos provenientes tanto de estaciones de medición de la Dirección General de Aguas (DGA) como de las centrales hidroeléctricas, bocatomas agrícolas, extracciones sanitarias y descargas industriales, abarcando todo el río y sus afluentes, desde el lago Icalma hasta su desembocadura en Concepción", explica Emilio de la Jara, CEO de la compañía.
"Esta información, junto con los registros de extracciones y restituciones al cauce, se integra en la plataforma Amaru, permitiendo una toma de decisiones informada y oportuna. El sistema facilita tanto la distribución eficiente del recurso en épocas de sequía como la respuesta rápida ante crecidas que puedan provocar inundaciones. Varias organizaciones que ya utilizaban nuestra tecnología, como los sistemas de automatización de compuertas, hoy están integradas al centro de control del río Biobío. Esto permite gestionar en tiempo real las descargas al río o el cierre de bocatomas, así como detectar posibles pérdidas, facilitando una gestión del agua más eficiente, colaborativa y alineada con los más altos estándares internacionales", agrega.
Para la Junta de Vigilancia del río Biobío, esta tecnología ha significado un salto cualitativo en su gestión. Gracias a ella, acceden a información que permite realizar un uso más eficiente del agua en distintos escenarios hídricos. El acceso a datos precisos y en línea ha fortalecido el rol articulador de la JVBB, permitiéndole velar por una distribución más justa, eficiente y transparente del recurso vital.