El sólido y sostenido avance de las energías renovables no convencionales en nuestra matriz energética como fórmula para avanzar hacia la descarbonización y la sostenibilidad, a veces nos hace olvidar que hay opciones "tradicionales" que también pueden contribuir de modo importante a ese objetivo.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con el uso del gas natural y del gas licuado, combustibles fósiles con una menor huella de carbono que otros como el carbón y el diésel, que ofrecen a las industrias diversas oportunidades para, al menos, disminuir en parte esas emisiones.
¿En qué casos conviene apostar por estas alternativas?, ¿qué beneficios concretos se pueden obtener?, ¿qué desafíos existen para que continúen aportando a la construcción de una matriz energética más limpia, segura y económicamente viable?
Ventajas y beneficios
En el contexto de la transición energética y los crecientes desafíos que enfrentan las industrias en materia de sostenibilidad, el uso de gas natural (GN) continúa siendo un aliado estratégico para mejorar la eficiencia, reducir emisiones y asegurar la competitividad de las empresas.
Así lo aseguran desde la Asociación de Empresas de Gas Natural (AGN). Su presidente, Carlos Cortés-Simón, plantea: "El gas natural aporta ventajas ambientales y económicas concretas para proyectos de eficiencia energética industrial. Desde una perspectiva ambiental, su uso implica una reducción significativa de emisiones contaminantes frente a combustibles más intensivos en carbono. Esto ha contribuido a mejorar la calidad del aire urbano y la salud pública".
A modo de ejemplo, recuerda que "el proyecto de biogás de La Farfana, desarrollado por Metrogas y Aguas Andinas, permite inyectar biometano a la red de distribución del Gran Santiago. Este proyecto beneficia a más de 30 mil hogares y evita la emisión de 22.000 toneladas de CO2 anuales".
Luego resalta la conveniencia económica del uso de GN: "Chile cuenta con una infraestructura gasífera consolidada, lo que permite desplegar nuevas soluciones sin incurrir en altos costos iniciales. Además, el gas natural entrega estabilidad de precios y es clave para contener las tarifas energéticas. Un estudio de AGN junto a ISCI-SPEC concluyó que un retiro anticipado del gas natural hacia 2035 implicaría un costo cercano a USD 26.000 millones (equivalente al 8% del PIB) y un alza potencial de tarifas eléctricas de hasta 10%".
El gas natural es un aliado estratégico para mejorar la eficiencia, reducir emisiones y asegurar la competitividad de las empresas, destaca Carlos Cortés-Simón.
De manera similar, el uso de gas licuado en proyectos industriales también genera beneficios relevantes, según sostiene Ignacio Mackenna, gerente general de AbastibleTec: "El gas licuado representa una alternativa más limpia frente a combustibles tradicionalmente utilizados en la industria, como el petróleo pesado o el diésel. Desde una perspectiva ambiental, el simple reemplazo de estos combustibles por gas licuado puede generar una reducción de hasta un 27% en las emisiones de CO2 equivalente. Esta cifra puede aumentar significativamente si se incorpora eficiencia energética en el diseño de los procesos, reduciendo no solo las emisiones, sino también el consumo energético total por unidad de producción".
Agrega que, desde la perspectiva económica, "el gas licuado permite estabilizar los costos operacionales cuando se integra dentro de proyectos que optimizan el uso de la energía. No se trata únicamente de cambiar un combustible por otro, sino de desarrollar soluciones que combinen tecnología, automatización y control inteligente. En ese sentido, la creación de AbastibleTec en 2024 marcó un punto de inflexión. Esta nueva filial de Abastible tiene por objetivo acompañar a las industrias en su transición energética, integrando soluciones térmicas, eléctricas y de eficiencia energética con un enfoque inteligente. Esto se traduce en ahorros económicos, mejoras en la productividad y reducciones sostenidas en emisiones, siempre con el respaldo de un equipo técnico especializado y una ejecución basada en nuestro modelo de integridad operacional".
Aplicaciones convenientes
¿En qué sectores industriales y áreas de proceso puede resultar más conveniente desarrollar proyectos de eficiencia energética con gas, que contribuyan a la descarbonización?
Ambos especialistas coinciden en que los sectores con alta demanda de energía térmica –manufactura, minería, agroindustria y procesamiento de alimentos, entre otros– son los principales beneficiarios.
Carlos Cortés-Simón indica que también existen oportunidades importantes para el uso de gas natural en Pymes, donde las tecnologías de alta eficiencia permiten modernizar procesos productivos. "Las iniciativas más comunes incluyen la modernización de calderas, aislamiento térmico optimizado, automatización del control térmico y uso de equipos inteligentes que regulan el consumo y mejoran la trazabilidad de los procesos. Un ejemplo notable es el de una fundición de cobre que reemplazó antiguos hornos por un nuevo horno cilíndrico rotatorio, logrando ahorros energéticos del 70%", apunta.
De manera más general, el presidente de la AGN menciona otras aplicaciones con algunos datos que dan cuenta de los beneficios obtenidos y el retorno de las inversiones:
• Economizadores en calderas de vapor: Recuperación de energía de gases de escape, con retornos de inversión menores a 18 meses.
• Reemplazo de calderas de biomasa por gas natural en clientes industriales: Mejora del control térmico y reducción significativa de emisiones.
• Hospitales: Sustitución de calderas tradicionales por bombas de calor a gas, con ahorros del 25%.
• Industria manufacturera: Migración de calderas de vapor a calderas de agua caliente, también con ahorros del orden del 25%.
"Estos casos demuestran que, con inversión adecuada y tecnología disponible, el gas natural sigue siendo una palanca clave para mejorar la competitividad industrial con menor huella ambiental", asegura.
En la misma línea, Ignacio Mackenna destaca que el uso de gas licuado es transversal, pero puede ser particularmente atractivo para rubros de mayor consumo energético: "Sectores como alimentos, pesquero, agroindustria, papelera, química, hotelería e incluso minería, pueden obtener grandes beneficios al reemplazar combustibles líquidos o sólidos por soluciones más limpias y eficientes basadas en gas licuado. Además, donde existan procesos térmicos continuos –como generación de vapor, calefacción de agua o tratamiento de aire–el impacto es inmediato. La evolución de tecnologías asociadas a quemadores de alta eficiencia, sistemas de control automático y recuperación de calor, ha permitido que el gas licuado se convierta en una alternativa no solo más limpia, sino también más competitiva en términos de rendimiento y operación".
Para graficar lo señalado, el ejecutivo describe el caso de una empresa del sector pesquero, donde el equipo de AbastibleTec lideró la modernización de una central térmica de vapor. "El proyecto contempló el reemplazo de calderas antiguas a petróleo por un sistema de calderas a gas licuado de alta eficiencia, junto con la automatización y control digital del sistema. Los resultados fueron contundentes: reducción del consumo energético total en un 35%, ahorro económico cercano al 16%, y disminución de emisiones de CO2 equivalente en casi 50%".
Ignacio Mackenna señala que el uso de gas licuado es transversal, pero puede ser más atractivo para rubros de mayor consumo energético.
Añade que la inversión se recuperó en un período estimado de 2,5 años, considerando el ahorro directo en combustible, los menores costos de mantenimiento y la mayor disponibilidad operativa del sistema.
"Este tipo de proyectos reflejan cómo una transición energética bien diseñada puede generar un triple impacto: económico, ambiental y operacional", subraya.
Dificultades y soluciones
A pesar de las ventajas y beneficios señalados, el desarrollo de proyectos de eficiencia energética basados en el uso de gas, que aportan a la descarbonización industrial, enfrenta diversas dificultades. ¿Cuáles son las más habituales?
Ignacio Mackenna responde: "Históricamente, uno de los principales desafíos fue el estigma de que el gas licuado era un combustible caro para aplicaciones industriales. Sin embargo, esa percepción ha ido cambiando, gracias a una visión más integral que combina eficiencia energética, mejoras tecnológicas y servicios de ingeniería especializados".
Sobre este escenario, agrega que hoy el enfoque está en "diseñar soluciones completas que no solo consideran el cambio de combustible, sino también la modernización de los sistemas térmicos, el monitoreo de variables críticas y la incorporación de tecnologías inteligentes que permiten medir, optimizar y sostener los resultados en el tiempo. Con este modelo, se ha demostrado que el gas licuado puede ser una opción económicamente viable y ambientalmente superior".
La planta de biogás de La Farfana inyecta biometano a la red de distribución de Santiago, beneficiando a más de 30 mil hogares. Evita la emisión de 22.000 toneladas de CO2 anuales.
A su vez, Carlos Cortés-Simón resume las principales dificultades en los siguientes aspectos:
-Prioridades internas: Muchas veces estos proyectos compiten con iniciativas propias del negocio.
-Gestión compleja: Implementar eficiencia energética implica cambios organizacionales y monitoreo constante.
-Desalineación de plazos: Los beneficios energéticos y ambientales no siempre coinciden con los períodos de retorno esperados por las áreas financieras, dificultando su aprobación.
"Para superar estas barreras, algunas empresas han avanzado mediante modelos ESCO (empresas de servicios energéticos), acuerdos de desempeño energético, o recurriendo a financiamiento verde, alineado con sus metas de sostenibilidad", comenta.
Para concluir, el ejecutivo plantea: "Chile necesita una transición energética realista, que valore las fortalezas de nuestra infraestructura y los avances ya logrados. El gas natural, especialmente en combinación con gases renovables como el biometano y el hidrógeno verde, puede ser el puente que conecte nuestras metas de descarbonización con el crecimiento económico y la estabilidad energética. En la AGN creemos que la industria tiene un rol fundamental en este proceso, y que es posible avanzar hacia una matriz energética más limpia sin sacrificar competitividad ni desarrollo. Con visión, tecnología y colaboración público-privada, el futuro energético de Chile puede –y debe– ser sostenible e inclusivo".
Artículo publicado en InduAmbiente n° 194 (mayo-junio 2025), páginas 20 a 22.