
El reciente fallecimiento de Frank Gehry, a sus 96 años, invita a una reflexión íntima sobre lo que su genio ha significado para la ciudad de Bilbao. No se ha ido solo un arquitecto de renombre mundial; se ha ido el autor del edificio que cambió el destino de la ciudad y nos demostró que la arquitectura puede ser palanca de regeneración urbana y medioambiental.
En los años 80, Bilbao era una urbe industrial en declive, con una ría que cohabitaba de espaldas a la urbe y con numerosas parcelas contaminadas por décadas de siderurgia. La zona de Abandoibarra, ocupada por infraestructuras portuarias y ferroviarias, era un espacio degradado. Convertir aquel entorno en un lugar de uso urbano parecía una quimera. Sin embargo, la ciudad emprendió una revolución urbanística y ambiental. El Museo Guggenheim, inaugurado en 1997, fue la pieza central de ese sueño, y Gehry, su valedor. Su silueta de titanio no solo reinterpretó el perfil de la ría, sino que señaló al mundo que Bilbao resurgía de su pasado post industrial y decadente.
Pero levantar el Guggenheim implicó más que un alarde arquitectónico. Supuso remediar un suelo altamente impactado. En esa tarea, desde IDOM aportamos nuestro expertis técnico en ingeniería, arquitectura y gestión de pasivos ambientales. Gracias a ese esfuerzo conjunto, un brownfield industrial se convirtió en el punto de partida para la regeneración de la ciudad de Bilbao. Gehry entendió que sus diseños debían dialogar con el contexto y la cultura local.
El "efecto Guggenheim" se tradujo en la revitalización del entorno. Donde antes había contaminación y abandono, surgieron paseos fluviales, parques y actividad económica. Hoy Bilbao es un destino cultural de primer orden. Y todo comenzó con una visión compartida, una colaboración sincera y una apuesta por la excelencia.
Chile, con su pasado industrial y sus pasivos ambientales, debe inspirarse en este modelo. Pero para que una transformación así sea posible, es imprescindible avanzar en una regulación normativa clara en materia de investigación y regeneración de sitios contaminados. Solo así será viable convertir espacios degradados en motores de desarrollo urbano, ambiental y cultural. Gehry nos enseñó que la arquitectura puede sanar ciudades. Ahora nos toca a nosotros imaginar y construir ese futuro para Chile.
Columna publicada en InduAmbiente n° 197 (noviembre-diciembre 2025), página 55.
