Revista de descontaminación industrial, recursos energéticos y sustentabilidad.

Las Otras Vidas del Tomate

Con sus residuos se producen biocombustibles y compost, entre otros.



Para no creer: Cerca de un tercio de los alimentos que producimos en el mundo se pierde o se desperdicia anualmente por prácticas inadecuadas que ocurren desde el campo a la mesa. Esto equivale a unos 1.300 millones de toneladas.

El tomate, por cierto, no escapa a tan negativa realidad. De hecho, en mercados, ferias libres y supermercados, sobre todo, se desecha un porcentaje significativo solo por su aspecto poco atractivo para la venta. Para dimensionar tal merma, baste con decir que la producción mundial de esta hortaliza, la más cultivada del mundo, fue en 2016, según los datos de la FAO, de 177.042 millones de kilos. China es el mayor productor con casi un tercio del total mundial.

Aprovechable al Máximo

El tomate y sus residuos son ricos en compuestos bioactivos como el licopeno, la fibra y el aceite de las semillas. Y la mayor concentración de licopeno se encuentra en la cáscara del tomate (54mg/100g), la que pasa a formar parte justamente de los desechos.

De acuerdo a diversos reportes internacionales, en muchos países la producción industrial de salsas y preparados de tomate, y/o los excesos o el deterioro de cosechas produce toneladas de residuos de este producto que llegan a convertirse en un problema logístico y ambiental. Dos casos: en la Unión Europea se generan cada año más de 300 millones de toneladas y solo en Florida, en Estados Unidos, unas 400.000 toneladas anuales.

Alarmados por la ingente cantidad de desechos de tomate, investigadores de tres universidades de ese estado norteamericano han trabajado en los últimos años en un novedoso proyecto: el desarrollo de una batería biológica que obtiene electricidad a partir del proceso de oxidación que producen los microorganismos en los restos de tomates en mal estado. Así se evita que un gran volumen de éstos llegue a los vertederos y produzca gases perjudiciales para el medio ambiente.

La electricidad se genera cuando las bacterias interactúan con los residuos de tomate. En su proceso de descomposición biológica son liberados electrones que son almacenados en la batería. El agente que favorece esta liberación y trasporte de electrones es un pigmento que se encuentra en grandes cantidades en este cultivo y que es responsable de su coloración: el licopeno.

Los investigadores afirman que con las cerca de 400 mil toneladas de desechos de tomate que produce Florida se podría generar la electricidad suficiente para satisfacer el consumo anual de cualquier parque de Disney World en Orlando.

También se han dado a conocer últimamente otras experiencias de valorización de los residuos de tomate en diferentes partes del mundo. Tome nota:

- Potabilización de agua
En el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Singapur se utilizan desechos de tomate, como la piel, para limpiar y potabilizar el agua. Hay evidencia de que estos residuos tienen la capacidad de adherir metales y sustancias nocivas, eliminándolas del agua.

- Uso cosmético y farmacéutico
El licopeno es cada vez más usado en las industrias cosmética y farmacéutica.

- Producción de barniz para envases
Se investiga y prueba un barniz de base biológica para cubrir el interior y el exterior de los envases metálicos. Se trata de una solución sustentable y económica para reemplazar los productos químicos que se utilizan y que son cada vez más cuestionados. Esta opción, además, disminuiría el uso del plástico para envasar alimentos.

Lea este artículo completo en InduAmbiente nº 154 (septiembre-octubre 2018), págs. 78 a 80.